jueves, 16 de octubre de 2008

Dictadura o democracia...


Otra demostración más de que esta democracia, no se diferencia tanto a la del pasado. Tampoco es que me pueda sorprender de nada. Simplemente otro día triste desde el punto de vista de la libertad. ¿A alguien le extraña, en serio? Bueno, para que el buen lector de este blog entienda un poco de lo que hablo y vea que no es precisamente una tontería pongo la noticia, extraída del periódico de Vicálvaro:

"Una amenaza a la libertad de expresión
Proyecto de Ordenanza Reguladora de la Publicidad Externa:
Gallardón pretende arrebatar la calle a los vecinos
JMP. Asociación de Vecinos de Vicálvaro

El nuevo Proyecto de Ordenanza Reguladora de la Publicidad Externa, aprobado por la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid el 9 de octubre, ha tenido un hueco en los medios de comunicación fundamentalmente por la “prohibición de los hombres anuncio”. La declaración de un Gallardón compungido, apelando a la indignidad de ese trabajo, esconde, sin embargo, un proyecto mucho más hostil con los vecinos a quienes pretende arrebatarnos la calle.

Gallardón ha descubierto, de repente, que el trabajo de “hombre anuncio” no es digno, no por el salario, o por sus condiciones laborales, sino porque el hombre no es el soporte adecuado para la publicidad. Para eso sólo son “dignos” sus chirimbolos para los que quiere asegurar el negocio eliminando, vía prohibición, toda competencia. La inconsistencia de esta prohibición queda manifiesta, primero, porque Gallardón no les va a buscar un trabajo alternativo digno a los hombre anuncio, y, segundo, por la tolerancia ante “otros hombre anuncio” a los que Gallardón no persigue. Los pilotos de Fórmula 1, los ciclistas, los futbolistas… pueden llevar anuncios en sus atuendos hasta en el culo pero eso no debe ser indigno. Por cierto, hablando de publicidad, tampoco parecen ver ninguna indignidad Gallardón y su equipo en los cientos de anuncios publicitarios de prostitutas en casi todos los diarios españoles. Con la excusa de regular la publicidad Gallardón demuestra que sólo le interesan dos cosas: cercenar todo lo posible el derecho de expresión de los vecinos y sus organizaciones, y controlar el mercado urbano de la publicidad para ponerlo bajo monopolio de las grandes empresas del sector." (leer noticia)

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