martes, 14 de julio de 2009

A María Pacheco



Señora, si vuestra pena no me lastimara más que mi propia muerte, yo me tuviera enteramente por bien aventurado. Que siendo a todos tan cierta, señalado bien hace Dios al que la da tal, aunque sea de muchos plañida de Él recibida en algún servicio. Quisiera tener más espacio que el que tengo para escribiros algunas cosas para vuestro consuelo: ni a mí me lo dan, ni yo quería más dilación en recibir la corona que espero. Vos, señora, como cuerda llorad vuestra desdicha no mi muerte, que siendo ella tan justa, de nadie debe ser llorada. Mi ánima, pues ya otra cosa no tengo, dejo en vuestras manos. Vos señora, haced con ella como con la que más os quiso. A pero López, mi señor, no escribo, porque no oso, que aunque fui su hijo en osar perder la vida, no fui heredero en la ventura. No quiero más dilatar por no dar pena al verdugo que me espera y por no dar sospecha que, por alargar la vida, alargo la carta. Mi criado Sosa como testigo de vista, y de lo secreto de mi voluntad, os dirá lo que aquí falta; y así quedo dejando esta pena, esperando el cuchillo de vuestro dolor y de mi descanso.

Carta de Juan de Padilla a su mujer, doña María de Pacheco. En la víspera de su ejecución el 23 de Abril en Villalar

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