jueves, 9 de julio de 2009

cuando los libros enseñan II


A veces ocurre un incidente, un encuentro imprevisto o un hecho casual, por ejemplo, alguien se despierta observa el mundo que lo rodea. Y de pronto ya no encuentra su sitio. Ya no sabe qué busca, a qué aspira en realidad ni hasta donde pueden llevarlo sus deseos... Ya no sabe distinguir los límites de su confusa imaginación. De repente no hay nada que esté bien. Ayer todavía se alegraba por una onza de chocolate o un lazo de seda, o por algún simple fenómeno de la vida, por ejemplo, que hiciera sol o que tuviera suerte de gozar de buena salud. [...] Por la noche se quedaba de pie en el portal, escuchando en la oscuridad una melodía proveniente de algún lugar indefinido del edificio, y casi se sentía feliz. Miraba una flor y sonreía. El mundo a veces nos ofrece alegrías sorprendentes. Pero luego ocurre un incidente y el alma pierde su tranquilidad [...]

Ahora, al hablar de este tema, vuelvo a notar esa sensación de vértigo. Es como asomarse a una catarata.. Y no hay barandilla, ni una mano a la que agarrarse. Sólo hay una enorme masa de agua que se precipita fragorosamente al vacío y un abismo que te atrae, y de pronto sientes ese mareo profundo, espantoso, hipnotizador... y sabes que necesitarás todas tus fuerzas para echarte atrás, para ponerte a salvo. Todavía depende de ti, sólo tienes que dar un apso atrás. Pronunciar una palabra. Escribir una carta, actuar. Y abajo, el agua no cesa de rugir. Eso es lo que siento.

[...]


Los pobres no sólo quieren una vida mejor. No, los pobres también pretenden dignidad, porque saben que están soportando una gran injusticia y por eso el mundo los respeta cómo a héroes. Y ciertamente lo son; ahora, conforme voy envejeciendo, me doy cuenta de que son los únicos héroes aunténticos. Las demás formas de heroísmo son fenómenos ocasionales o impuestos por circunstancias, o peor aún, son pura ostentación. Pero ser pobre durante sesenta años, cumplir sin protestar con todos los deberes a los que la familia y la sociedad lo obligan y, al mismo tiempo, poder seguir siendo humano y honrado, quizá incluso alegre y caritativo: eso es auténtico heroísmo.


Sándor Márai - La mujer justa

No hay comentarios: